lunes, 8 de enero de 2007

LA EXPLOTACION MINERA.

Con el nombre del país al que saquean los propietarios de la mina 8 de Pasta de Conchos, no se han dignado presentarse. Acostumbran tratar mal a sus trabajadores. Un viejo empleado de La Rea, declaró que le decían diarrea en venganza por sus tropelías contra los trabajadores. Enviaron a un gerentillo convenientemente disfrazado con casco para desinformar a los familiares desesperados. Ni el gobierno de Coahuila ni la Secretaría del Trabajo hacen más que las rutinas de un salvamento artesanal. Televisa y Tv Azteca tienen lugar privilegiado en la boca del desastre y el payaso de Javier Alatorre también se encascó para asombrar con el anuncio con voz patética del reportaje sobre el duro trabajo de los mineros.

El melifluo heredero del Sindicato dirigido por decenios por Napoleón Gómez Sada, anda muy ocupado por el pleito por el negocio del Congreso del Trabajo que perdió para amenazar con la fundación de una nueva Central Sindical. La necesita como apoyo para los contratos de protección con los grandes consorcios. Apenas 20 de las 65 víctimas están sindicalizados, los demás son contratistas por los que la empresa paga una cuota individual a manera de indemnización por la ausencia de derechos laborales. Esto va a dar derecho al sindicato.

En mi efímero paso en 1973-74 por la Secretaría del Trabajo, hice amistad con el ingeniero Pedro Melo de la Torre quien dirigía la parte dedicada a la Seguridad e Higiene Industrial. Quien era ya dirigente de colonos y fue secuestrado y maltratado por la relación conmigo tratado peor por la represión brutal contra las FLN, estuvo preocupado y luego indignado por la inutilidad de los inspectores y las Comisiones Mixtas de Seguridad e Higiene Industrial. Los inspectores no hacían más que pasar por las gerencias a cobrar una iguala y algún regalito y las Comisiones no eran tales porque se ajustaban a los intereses de las empresas. En eso ocurrió el enésimo desastre en Barroterán y quedó claro que el subsecretario tenía que intervenir. Una compañera llegó a tener copia del expediente. El licenciado Agustín Alanís Fuentes, subsecretario. Tenía fama de resolver por cansancio los conflictos. Esto incluía el uso de un reservado construido por Salomón González Blanco, que parecía set de película de Juan Orol con sus terciopelos, sus venus de Milo, sus sillones apoltronados de peluche, sus espectaculares lámparas de cristal y filos dorados, una preciosura como dicen los clásicos. Cobraba sueldo de subdirector un apuesto abogado que recibía a los clientes enviados por Alanís, en un despacho en la Zona Rosa donde todo se arreglaba entre trampas legaloides y cockteles servidos en el bar decorado con el mismo gusto del privado del señor secretario donde festejaba a Fidel Velázquez, por ejemplo. para un desastre como el de Barroterán, nada mejor que una campaña de desinformación, repartir billetes y firmar actas para darle legalidad al asunto. Nada ha cambiado. Las televisoras, las radiodifusoras y los obsequiosos periodistas siempre dispuestos a salvaguardar a las instituciones corruptas, cumplían y cumplen un papel importante en la exaltación de la tragedia para ocultar las condiciones extremas de inseguridad en el trabajo de los mineros dotados con cápsulas de oxígeno para seis horas a sabiendas de que van a permanecer el doble en las cuevas y túneles y más cuando hay derrumbes y explosiones. En lugares donde no hay más trabajo que el de las maquiladoras y las minas, no queda sino aceptar los sueldos miserables y la carencia total de derechos laborales. Así es por tradición familiar.

Los socios explotadores confiesan ganancias por más de mil millones de dólares en 2005, 37 por ciento más altas de las de 2004. Los apellidos son los mismos de otras infamias: X González el pertinaz invitado del rector de la Fuente en el Estadio Universitario, exfuncionarios altos como Luis Tellez exsecretario de energía, Gallardo Thurlow, zar del azúcar, O´farrill de la omnipresente televisa, Vega Iñiguez de Banca Confía, Diez Morodo expresidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y exsocio de Banamex como casi todos los otros, en fin, la crema y nata. Son los dadores de empleos, los negociantes exitosos, los capaces y eficientes administradores constructores de una red de poder sólo rota por el estado en situaciones extremas de corrupción. Ya saben que las leyes y las normas se ajustan a sus necesidades de acrecentar las ganancias y de crecer. El desarrollo es el de ellos, el crecimiento también. Gobierno a gobierno, este régimen se mantiene. Con un Secretario de Gobernación antes del Trabajo desde donde impulsó la transformación del artículo 123 y La Ley Federal del Trabajo para legalizar los periodos de capacitación sin contrato, el fin de los molestos contratos colectivos, la privatización de la seguridad, todo a nombre de la flexibilización para facilitar la globalización de los grandes consorcios, ni ahora a más de 100 horas de la tragedia de los 65 mineros ni después, pasará nada más que la campaña mediática de patetismo e hipocresía.

El mismo consorcio México es dueño de la Compañía Minera de Cananea donde hace 100 años se fraguó la huelga que ganó el internacionalismo de los mineros gringos con los mexicanos opuestos a los privilegios de los técnicos yanquis y a las condiciones de trabajo infames y peligrosas. Un grupo de magonistas como Esteban Baca Calderón, Manuel M. Dieguez y Lázaro Gutiérrez de Lara organizaron clubes y uniones clandestinas hasta formar una legión de trabajadores combativos que probaron sus alcances contra la dictadura de Díaz representada por el siniestro gobernador Izabal que no dudó en llamar a los rangers. Los mineros masacrados, los presos en San Juan de Ulúa, los desempleados que tuvieron que emigrar, son el ejemplo para una lucha urgente. En el centenario de la Huelga de Cananea hay que ver como conmemorarla dignamente.

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