viernes, 5 de enero de 2007

VIOLENCIA, ESTADO Y AUTODEFENSA.

Es una joya ideológica la aclaración de Carlos Monsiváis al título puesto por La Jornada a una entrevista de banqueta. Admite su respuesta de que las protestas son legítimas, si son pacíficas y legales, sentencia de la que no se infiere el título "legitima, la movilización deejidatarios". Precisa cuatro argumentos:

1. "Así nos han tratado, así respondemos", "y al hacerlodeshumanizan a sus enemigos que al ser policías, ya no son personas para ellos". A su vez, "los integrantes del gremio afectado" o sea la policía,asuman como "lógica de comportamiento", "así nos consideran lossubversivos, así les va a ir". No es bueno tener como fuente informativa a los noticieros de televisión insistentes en la imagen del policía yerto con las piernas abiertas y el de Atenco que llega a patearlo en los genitales. El contraste con la toletiza, las patadas como señales de la bestialidad policíaca transmitidos por Televisa y reforzados por la filmación del asalto a tres casas de donde sacan arrastrados y golpeados a sus habitantes, parece reducir la violencia a toma y daca. El problema de fondo, ignorado por Monsiváis, es el carácter represivo del estado y al adiestramiento de las policías y el ejército como última instancia del poder. El adiestramiento es a ritmo marcial y con gritos y consignas que alguna vez causaron escándalo en un reportaje de lo que los policías hacían gritar a los niños en un convivio con el que fallidamente trataron de probar su civilidad. El ataque concertado a San Salvador Atenco fue de tres mil máquinas de matar que marchan haciendo sonar los toletes sobre los escudos para recibir las órdenes con una intención totalmente intimidatoria. Ejército y policías saben su misión destructiva cuando ven llegar a los grupos especiales que en los alrededores de Atenco estaban listos para actuar desde la última semana de abril cuando se supo que el Delegado Zero visitaría el Penal de Chiconautla, donde está recluida Gloria Arenas Agís para llegar después a San Salvador Atenco. Con precisa anticipación táctica, el FPDT y la Otra Campaña fueron infiltrados no sólo para culminar con el señalamiento del vecino priísta enmascarado y otro desde el helicóptero a la casa de la familia del Valle y las de otros dirigentes, sino para anticiparse a todos y cada uno de los movimientos de las asambleas comunitarias. No es equiparable la violencia concertada entre cuerpos represivos federales, estatales y municipales bajo la conducción política de los tres partidos más influyentes: PAN, PRI y PRD. Toda la fuerza represiva del estado prolonga así el operativo contra los trabajadores de SICARTSA y las incursiones militares y paramilitares en Oaxaca, Chiapas y la Sierra de Zongolica en Veracruz. En la víspera del Congreso Nacional Indígena donde estuvieron representados comunidades y pueblos de 25 estados de la República, había que desalentar cualquier solidaridad efectiva con la Otra Campaña y aprovechar algún incidente como el de los ocho floristas desalojados del mercado de Texcoco. La insistencia del derrocamiento del gobierno por vías pacíficas y civiles como insiste el Delegado Zero sólo se rompió por la autodefensa necesaria de quienes opusieron bombas molotov mal hechas, piedras y palos al equipo militar en manos de policías adiestrados para matar. El periódico Reforma ha publicado la foto de un comandante policíaco con pistola escuadra en mano para que no haya duda de quien disparó sobre el joven muerto en la refriega y otros dos heridos de bala que por supuesto, son del lado de Atenco y muestran que las llamadas por Monsiváis "abstracciones exterminadoras" no lo son si no queigualan en la acción directa y concreta del terrorismo de estado, a personas tan distintas como un estudiante universitario descerebrado por el golpe en la nuca y al jovencito de 14 años con el pecho destrozado. Educados para la brutalidad, ignorantes hasta la médula y con permiso para drogarse durante los operativos fuertes, los policías no distinguen, todos los de enfrente son enemigos. No son equiparables la violencia del estado y la autodefensa popular .


2. Hay que considerar, aclara Monsiváis, "el número de policías que muere cada año en el ejercicio de su deber". Levantemos un monumento alpolicía y al soldado muertos en combate, más grande que el monumento no figurativo a la entrada del Colegio Militar. Una vez más el tratamiento de la "injusticia" ignora sus raíces económico-políticas. Una fallida entrevista de Televisa transmitida en los noticieros del 8 de mayo para convocar la misma compasión sustentada por Monsiváis, presenta a la esposa de un policía hospitalizado rodeada de sus hijos, que admite la muerte como un riesgo de la profesión de su marido. Se trata de un riesgo profesional y se sabe que hay que estar dispuestos a atacar y a matar cueste lo que cueste. Cuando la autodefensa popular afirma el Patria o Muerte y añade ¡Venceremos! es por la disposición a enfrentar todo el poder del estado enemigo en beneficio de las reivindicaciones de los pobres, así sea la libertad de un compañero injustamente encarcelado, el derecho de un campesino a vender los frutos de su tierra o la necesidad de darle seguridad a un afamado rebelde. De aquí que la policía y el ejército sean temibles para los pueblos y comunidades, no así los campesinos de Atenco machete en alto vitoreados ahí donde se han presentado. El problema de la violencia es moral, pero su raíz económico-política y sus consecuencias sociales exigen no reducirlo a una concepción de la Justicia Universal cuando es evidente que su aplicación concreta es especialmente en el sexenio de la subordinación de la Suprema Corte a los intereses empresariales y presidenciales, una justicia clasista enemiga de los pueblos y comunidades.

3. Perdió la oportunidad Monsiváis de explicar lo que reduce a una más de las puntadas grotescas del obispo Onésimo Cepeda, la calificación del Asalto a Atenco como "escarmiento inolvidable". Que el CardenalRivera opine en su difundido sermón dominical que contra la ley y el orden nada, mientras el presidente del Episcopado Americano y el Emérito Obispo Raúl Vera denuncian la brutalidad policíaca, señala la lucha de clases al interior de la iglesia católica al fin de cuentas hegemonizada por la autoridad del Cardenal. El estado incluye a los partidos políticos y a las iglesias. Del lado de la resistencia popular, algunos curas progresistas y algunos militantes que se toman en serio los principios de la democracia revolucionaria, oponen una fuerza desorganizada y civilista al autoritarismos represivo del estado.

4. Monsiváis plantea la confusión entre "el monopolio de la violencia legitima" contra "la violencia ilegal del poder monopólico. Luego del previsible chistorete de una cita de José Alfredo Jiménez, la frase contundente: "La represalia, la vanguardia de la represión. Represalia concertada desde arriba por los aparatos de inteligencia del estado es la concretada con los trabajadores de SICARTSA y en Atenco, lo otro es autodefensa ciertamente efectiva con el recuerdo de todo el pasado represivo de las policías como certeza de que son el enemigo y lo son. Es valida su oposición a la "criminalización de Atenco y de losatenquenses llevada a cabo por los gobiernos estatal y federal y por algunos medios informativos" pero una vez más el supuesto moral de la represalia como motor de un enfrentamiento singularmente desigual, oculta y justifica el poder del estado frente al débil proyecto autonómico del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra con la adherencia de la Otra Campaña.

5. Aislar Atenco, ignorar la escalada represiva del estado contra los trabajadores, los campesinos y los estudiantes en el primer semestre del fin del sexenio y en vísperas de un proceso electoral plagado de miserias que anuncian el abstencionismo mayoritario y el fraude radicalmente derechista, alimenta con moralina un operativo de terrorismo de estado taN costoso como los muertos, las mujeres violadas, los golpeados y fracturados y los 189 presos que ya reciben la solidaridad de la huelga de hambre y las denuncias y protestas en gran parte de Europa, Canadá y los Estados Unidos. Los lesionados y fracturados graves en los hospitales de estado están esposados con la cama que soporta su tortura. Se sabe de una de las maltratadas vejadas, como todos los que viajaron de Atenco al Penal de Santiaguito, que permanece con toda la ropa desgarrada, peor que otras jóvenes violadas tumultuariamente por los policías. Hasta el 5 de mayo y de manera irregular, pudieron entrar al Penal de Santiaguito ropas, zapatos y cobijas sin que los familiares ni los defensores pudieran ver a los prisioneros.

La autoridad intelectual reconocida por el estado pero también por una fracción universitaria civilista y creyente en el humanismo, hace de Monsiváis una figura emblemática de lo que podría llamarse la izquierda desde arriba que por lo visto es de derecha, cree en la reforma moral del estado y en la condena a la autodefensa popular como vía para contener la violencia. Partera la de la historia, llamó Marx a esta violencia que descubre la lucha de clases con una dimensión desigual por la brutalidad de un estado, con partidos políticos reconocidos y financiados generosamente por él y con infames sacerdotes del opio del pueblo acrecentado por las televisoras, las radiodifusoras y todo un ejército de intelectuales orgánicos al servicio de la ley y el orden que no es sino l evidencia de la represión extrema de una clase social decidida a mantenerse en el poder a toda costa.

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