miércoles, 4 de abril de 2007

Salud comandante

Pesarosos por la personal medianía, cubrimos nuestra mediocridad con modestia y entrega no protagónica. Pero salvo Plejanov con El papel del individuo en la historia, optamos por eludir la dialéctica de quienes construyen su grandeza para mejor transformar la historia y las relaciones sociales. ¿Qué sería de la humanidad sin Marx, Freud, Einstein, Mao, Fidel o el Che?. ¿Qué de México sin Hidalgo, Morelos, Zapata, Juárez, Ricardo Flores Magón, Villa, Lucio, Genaro?.

Nuestras vidas generacionales están determinadas por la Revolución Cubana. De esto hay pruebas recientes. La película de Julio Pliego, Cuba en la Memoria, testimonia lo mexicano de la expedición libertaria del Movimiento 26 de julio en el yate Granma. Al final, una serie de retratos documenta a los jóvenes fundadores del Instituto de Amistad México-Cuba como promotores de la solidaridad antiimperialista con el Primer Territorio Libre de América. Y ahí está Fidel como referente, entrando a La Habana en 1959, discurseando en el balcón del Palacio de Gobierno, cuando una paloma blanca en su hombro ratificó el apoyo de las potencias de la santería, leyendo la Primera y la Segunda Declaración de La Habana con la proclamación del primer socialismo en América, saltando de un tanque en Playa Girón para dirigir la derrota de la invasión yanqui-gusana en 1961. Entre los retratados por Julio Pliego, yo jovensísimo. Luego voy al Archivo General de la Nación y después de engorrosos trámites, logro ver mi expediente de la Dirección Federal de Seguridad con los registros desde 1961, cuando empezó el marcaje personal del estado sobre nuevos socialistas, comunistas y hasta nacionalistas antiimperialistas, presentes en numerosos actos de solidaridad con Cuba a donde he viajado como consta en los informes de los agentes de seguridad, vigilantes también de mi relación con un querido Consejero Cultural de los setenta. Por lo visto, mi vida política está marcada por la Revolución Cubana. Y ahí está Fidel con sus discursos, sus definiciones, su enorme capacidad de apabullar al imperialismo. Hasta en las bromas constructoras está Fidel. Dijo él: “ayer éramos un puñado de hombres, hoy somos un pueblo entero construyendo el porvenir” para que un transgresor dijera: “ayer éramos un pueblo entero, hoy somos un puñado de hombres”.

Se me conoce más por aventarle el vino de una copa a la jeta de Gary Prado, el capturador de el Ché y corresponsable de los maltratos sufridos antes, durante y después de su ejecución, que por todo lo escrito y lo enseñado. Fidel está en el reconocimiento público al Guerrillero Heroico, desde la lectura de la carta de despedida hasta la siembra de sus restos en Santa Clara con los combatientes bolivianos y cubanos caídos en el último combate. Hacer algo por el Che remite a Fidel.
Nada de esto tiene que ver con el culto a la personalidad, sino con el reconocimiento del dirigente político socialista más cumplidor de la consigna de “convertir el revés en victoria”, crecida luego del fracaso de la zafra de los 10 millones en 1970. Derrota militar espantosa fue la del Asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 tanto o más cruenta que la desembarco de los 83 del Granma en 1956. El Cuate Antonio del Conde, recuerda en sus memorias la afirmación del admirado compañero Alejandro: si salgo entro, si entro triunfo a lo que el Cuate añade a su favor: si el Cuate no me falla. Está bien sumarse y conmueve ver y oír a una legión de mulatas gritarle a Fidel al final del 1º de mayo de 2004: “pa´lo que quieras Fidel, pa´lo que quieras”. No todo en un proceso revolucionario es razón, la pasión cuenta y mucho cuando encuentra conductor y razón de ser, sobre todo en el largo plazo.

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