lunes, 8 de enero de 2007

CIVIL Y PACIFICA.


Se ve difícil enfrentar el terrorismo de estado con la resistencia civil y pacífica. No es que no se pueda, sino que esa resistencia tendría que desarrollar estructuras de alta eficiencia, rápido desplazamiento, información constante y estrategia de largo plazo. Nada de esto puede hacerse con el pesado impedimento del civilismo, esa tendencia receptora de las proclamas del EZLN empeñado a convocar a los sin partido, mayoría indiscutible apenas presente en los triunfos del abstencionismo en todos y cada una de los procesos electorales.

El civilismo reduce todo a movilizaciones, cierres de vialidades y actos de protesta. Sin duda, las acciones contestatarias son importantes si y sólo si van dando lugar a asambleas autocríticas para desarrollar estructuras organizativas con base en puntos clave. Si en cambio se privilegian los informes interminables, no alcanzan siete horas como han durado las asambleas estudiantiles que han propuesto como límite, la participación con voz y voto sólo de los adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y a la Otra Campaña. Ni así, todo se resuelve por agotamiento y la disposición incondicional a lo mandado por el Delegado Zero. Las mociones no son concedidas y el proyecto de una Comisión de Enlace, de tradición manipuladora pero necesaria para ampliar adhesiones , son desechadas en beneficio de planes de lucha inmediatistas, rutinarios, sin proyección política y sin consecuencia económica alguna.

Esta recepción del zapatismo es paralizante cuando el terrorismo de estado prueba una represión inclemente con su propia base social clasemediera y burguesa, empeñada en mantener el orden a toda costa contra lo que llaman “estallidos sociales”. El civilismo opone a las campañas de silenciamiento, desinformación y criminalización, una autocomplacencia que no estaría mal si al menos diera lugar a estructuras organizativas que impidieran los protagonismos y las divisiones por la representatividad. Cuando esto ocurre, se nota la urgencia de resolver el problema de la dirección vertical con acuerdo horizontal. Mandar obedeciendo que no es lo mismo de la horizontalidad a toda costa de las asambleas, de todos modos resuelta con la decisión desde arriba.

Toda esta cuestión de forma incluye la oposición a la crítica teórica y a la correspondiente lucha ideológica. El civilismo impone una idea de práctica paupérrima porque se reduce a rutinas de tan redundantes, inútiles. Esto acompaña el rechazo al ejercicio de la dialéctica para apreciar las complejidades y las contradicciones para precisar los problemas claves y las líneas de construcción política. Que a estas alturas la Otra Campaña no pase de generalidades y de reivindicaciones justas como presos políticos libertad, mantiene a todo mundo dentro con privilegio de los adherentes, pero nada apunta al largo plazo. Marcos aclara en la más reciente entrevista con Sergio Ramírez, el sentido político de su alarmante afirmación de “me cago en la correlación de fuerzas” como repulsa a quienes no tienen más referentes que dos o tres revistas de intelectuales fresas y son incapaces de leer la correlación en la dinámica desde abajo. Pero es indudable que el puro movimiento no deriva organización y esta exige línea con agenda de problemas principales y acciones consecuentes.

La guerra está en la paz aparente, precisa Marx y atina porque en la crisis llena de aterrados y arrepentidos, de certezas no dichas de la alta eficacia represiva del estado, de la imposibilidad de información desde abajo ante la orden cumplida de callar, deformar y pasar a otra cosa o sea el fútbol, tal parece que la guerra terminó, que Atenco es un incidente, que los asesinatos de dirigentes campesinos, triquis en especial, en Oaxaca, son también incidentes, que la despiadada repetición de Atenco en Cancún por una protesta local por un relleno sanitario de vecinos clasemedieros, es otro incidente, igual que la golpiza y el encarcelamiento injusto de manifestantes contra la Cumbre de Guadalajara en mayo de 2004. Para el civilismo, es mejor no totalizar estas evidencias, sino seguir creyendo que el Estado entiende y corrige a punta de movilizaciones y cartas de protesta. La cobertura internacional fundada en el poder de convocatoria del EZLN, apoya la creencia de que esto es todo.

Pero las señales ominosas son terribles. En el Estado que asesinó al candidato presidencial del PRI y al secretario del partido con mayor permanencia en el gobierno y luego de Pasta de Conchos, SICARTSA con los mineros asesinados en Michoacán, lo de Atenco, Oaxaca y Cancún, con la felicitación del Secretario de Gobernación en reunión de la CONAGO con presencia presidencial a los gobernadores del Estado de México y Michoacán por su fortaleza probada, el futuro de la Otra Campaña y el EZLN es desastroso si se le reduce al civilismo.

Civil y pacífica puede ser aún la resistencia que renuncie críticamente a las puras movilizaciones sin más, para asumir las críticas del Delegado Zero en Cañada Honda, Aguascalientes: el capitalismo no admite humanización, las autonomías y autogestiones son limitadas en el capitalismo y las nostalgias por Zapata y Villa tendrían que ser superadas por una línea económico-política actual.

Llegamos al punto donde el Estado es una presencia enemiga que no se corregirá con reformas constitucionales como plantea Muñoz Ledo, el experto dirigente del movimiento por la reforma del Estado. “Porque el color del dinero jamás se olvida, los reformistas serán comprados”, dice una ingeniosa consigna que parodia un llamado luctuoso y dramático de la Revolución Popular Salvadoreña. Ahora es cuando tiene sentido un constituyente con el sentido pleno de la construcción a partir de problemas claves: la caracterización del Estado y la fase histórica, ¿es ésta la era del cambio y del tránsito a la democracia?, ¿cómo y con quién y hacia donde?. De aquí podrían derivarse constituyentes para precisar el lugar de los sindicatos, de los colonos, de los profesores si se les saca del economismo para plantear un proyecto educativo y cultural de largo plazo, los trabajadores de la salud y de la energía con grupos tan claros y distintos que hasta ahora no se revuelven con la Otra Campaña donde no encuentran lugar. Los grupos de defensa de la biodiversidad y el ambiente tampoco se hallan en la Otra Campaña sino como referencias incidentales a la resistencia contra la Presa La Parota o con las denuncias de la devastación del Plan Puebla Panamá construyendo el canal seco en el Istmo de Tehuantepec. He aquí situaciones estratégicas que bien podrían orientar un proyecto anticapitalista sobre bases civiles y pacíficas.

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