sábado, 16 de junio de 2007

Dispersión y memoria

El estupor ha sido sustituido por la esperanza. Por todas partes de los movimientos populares, se encuentra uno el mismo deseo: si pudiéramos coordinarnos todos, otro gallo nos cantara. Pero pasan los aniversarios y cada quien conmemora a su manera o de plano ya ni intenta activar la memoria histórica. Por ejemplo, pasó desapercibido el aniversario de la huelga más larga que ha sufrido la UNAM, los mineros de SICARTSA marcharon solos en Lázaro Cárdenas con camisetas que a la espalda decían: “nuestros mártires Héctor y Mario nunca los olvidaremos” y develaron dos bustos de Mario Alberto Castillo y Héctor Alvarez Gómez, mientras el procurador del perredista gobierno de Michoacán, Juan Antonio Magaña de la Mora, declaró que no hay aún detenidos por los hechos. Mientras, los de Atenco organizan el primer aniversario del violento ataque que costó vidas y numerosas violaciones sexuales, golpizas y vejaciones cuyos culpables recibieron la acusación de “actos libidinosos” para que el gobierno del Estado de México pagara las fianzas, mientras 25 activistas permanecen en el Penal de Santiaguito y tres dirigentes en La Palma. América del Valle tiene que malvivir en el clandestinaje, igual que las decenas de perseguidos de la APPO vigilada por los grupos paramilitares que caminan por las calles de la capital y coordinan acciones represivas como la que estuvo a punto de costarles la vida a las dos parejas que sufrieron el impacto de frente de un camión que deshizo su automóvil y las dejó muy mal heridas en el cruce hacia Miahuatlán. Los levantones son frecuentes en Oaxaca y de casualidad nos enteramos, por ejemplo, del sufrido por El Alebrije, un muchacho formado en las barricadas. Como América, la doctora Bertha Muñoz, la legendaria locutora de Radio Universidad, permanece en el clandestinaje. De otras acciones no se sabe nada como la marcha al Distrito Federal de un contingente de Los Loxicha, la región de Oaxaca hostigada como si fuera foco guerrillero. Tampoco sabemos de las organizaciones en alerta máxima ante las expropiaciones violentas del gobierno perredista del Distrito Federal que ha dejado en la calle a decenas de familias muy pobres. La defensa del monte arrasado en la frontera entre las sierras de Hidalgo y Puebla es ignorado pese al brevísimo reportaje del arrasamiento de El Chico como prueba de la eficacia de las complicidades dirigidas por el presidente de los silvicultores Arturo Gómez. De la resistencia contra la Presa de La Parota nada sabemos ni de la triste suerte de los damnificados extremos de toda la costa del pacífico entregada a los consorcios trasnacionales y la explotación privatizadora del agua y los energéticos.

Un compañero del Taller de Construcción del Socialismo nos explicó el operativo contra las prostitutas niñas de La Merced como una cacería. Llegan los cazadores, gritan, golpean, insultan y logran la dispersión para entonces proceder a la captura y los maltratos consiguientes. Las niñas procedentes de la Sierra de Oaxaca en su mayoría, decidieron esperar el ataque con la consigna de evitar la dispersión y al revés, agruparse, llamar la atención, denunciar a gritos y la táctica les funcionó. Dice el compañero narrador que así se ve en televisión cómo el león ataca al rebaño de antílopes hasta que logra separar a alguno que se convierte en víctima segura. Igual pasa con las bestias uniformadas dirigidas por expertos que además, tienen grupos de inteligencia conocidos como madrinas o simplemente orejas. Forman expedientes, intercambian experiencias y algún criminal con uniforme singularmente experimentado dirige en un lugar y en otro, como Wilfrido Robledo, sin cargo oficial ahora, quien lo mismo estuvo al frente de la ocupación militar de Ciudad Universitaria, que en Atenco y Oaxaca. Con disciplina militar globalizada, el aparato represivo funciona y se articula con los medios para desinformar a los convencidos de que no hay más verdad que la difundida por televisión con el auxilio de sedicentes expertos nombrados como tales por la Secretaría de Gobernación. Dispersar, atacar hasta de exterminio, evitar solidaridades, intimidar, es fundamento estratégico de la Seguridad del Estado.

Del lado opositor también se da la persistencia y los veteranos, a veces con cincuenta años de lucha encima, son invitados por dirigentes que llevan veinte o más años al frente de sus organizaciones que mucho hacen con mantenerse aunque no crezcan ni avancen. Pero estas participaciones no pasan del opinadero donde el que tiene más saliva y más recursos para estar todo el tiempo en lo que se ofrezca, de modo de garantizar la improvisación y la ausencia de planes de largo plazo limitados por las urgencias de planear la próxima marcha, conseguir el equipo de sonido, las mantas y disputar el uso del micrófono en el mitin. Pareciera que la autolimitación a la lucha civil y pacífica incluye el poner la cara para que nos la rompan. La victimización resulta el argumento principal de nuestras verdades.

En un ensayo de los setenta con sorprendente actualidad, Jurgen Habermas reflexiona sobre la lucha civil y pacífica para concluir con que frecuentemente, las movilizaciones terminan con la violencia represora esgrimida por el Estado como recurso supremo para restituir el estado de derecho. Habermas plantea la pregunta de si la violencia ha de ser exclusiva del Estado. La experiencia histórica prueba que en la medida del radicalismo consecuente de los movimientos civiles y pacíficos, la autodefensa resulta una necesidad y obliga a organizar recursos para protegerse de la brutalidad de Estado experimentada en ocasiones siempre recientes. Tiene esto que ver con la capacidad de coordinación de las luchas populares porque basta la orden de Estado para suprimir toda información por la televisión, la radio y la prensa mercantil, para que el problema desaparezca o se le aísle en cumplimiento de necesidad del cazador frente al rebaño indefenso. La impunidad del Estado queda garantizada por el silencio mediático cuando mucho respondido por cartas de denuncia, ayunos y marchas sin consecuencias.

Quien vaya siguiendo esta reflexión, objetará la unidad a toda costa porque en efecto, está difícil o imposible coordinar a los mineros de SICARTSA que en su mayoría son napoleónicos, no por el corzo que acabó de emperador, sino por Gómez Urrutia que heredó de su papi la dirigencia del sindicato nacional de los mineros. También difícil está poner de acuerdo en algo a movimientos en peligro de división ante la opción de negocios o de seguir como si no hubiera presos políticos o incursiones paramilitares frecuentes como en Chiapas. Pero aún así, alguien debiera reunir la gran cantidad de fotos, testimonios filmados y grabados y colecciones de carteles, mantas y volantes necesarios para mantener la memoria fresca y reflexiva, más allá de las lamentaciones de los festivales político-culturales donde reina el triunfalismo voluntarista: la lucha sigue y venceremos por más que las evidencias prueben lo contrario.

Topa la necesidad de documentar, exhibir y reflexionar con la memoria alerta, con el antiintelectualismo propio de la peor sociedad civil para que no haya nada más que lo urgente y lo urgente es la marcha, el mitin, el festival. Toda reflexión colectiva es sospechosa de derrotismo y ausencia práctica. Pero de todas maneras, esas y otras organizaciones menos espontaneistas, organizan mesas redondas con personalidades que no son otra cosa que distinguidos académicos que escriben en algún periódico liberal leído por universitarios de izquierda amplia. Este recurso se ha convertido en un ritual con las consecuencias catárticas propias del ejercicio de la fe que de por sí, es ciega.

Conduce todo lo anterior a rescatar del olvido la ponencia de Al Giordano, director de Narconews en la sexta reunión de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Propuso Giordano una escuela de periodismo con sede en Oaxaca, antes de la APPO y nadie tomó nota, mucho menos los trabajadores de la cultura que se encontraron en Tlaxcala para oírse, no para organizarse. De otra manera se toma nota como ocurre en el SITUAM que ha puesto una casa de cultura al servicio de las organizaciones en busca de lugar de trabajo. Pero no hay perspectiva de largo plazo y sí en cambio, urgencias que desaniman la constancia necesaria para mantener una escuela de cuadros con todo lo que de ella deriva, en especial, un centro de documentación de las luchas populares que genere investigaciones, coloquios, cursos, exposiciones, exhibición de video y películas, edición de folletos testimoniales. Sobre esa base y con la critica colectiva necesaria altamente formativa de cuadros, se haría caber con su lugar histórico a mineros napoleónicos, comunidades en defensa de la tierra y el agua, a profesores movilizados ante la educación pública de la globalización, en fin a todos los que se resisten frente al Estado. Sólo habría que imaginar un calendario anual de conmemoraciones que podrían ser atendidas por una institución capaz de ir convirtiendo los reveses en victoria y no en nostalgias llorosas.

Por supuesto que esta vía educativa no es la solución total a la coordinación de las izquierdas, pero sí es una necesidad orientada por el largo plazo de la lucha que va enconándose en la medida de la acumulación capitalista global y la brutal desigualdad social que genera a la par de la destrucción acelerada del planeta. Un boletín, el pleno uso de los recursos electrónicos, un videoclub con formas de préstamo expeditas, cursos breves, exposiciones reproducibles y de fácil manejo, son procesos de organizaciones disciplinadas que pueden tener centros en puntos estratégicos del país para contribuir a una territorialización acorde con las necesidades de la lucha. Se trata de empezar con algo concreto para dar lugar a la disciplina de largo plazo sin la cual no es posible sustituir a un Estado con apoyo imperial en trabajo constante contra los pueblos.

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