sábado, 16 de junio de 2007

Al maestro con cariño


Cuando la OCDE coloca a la educación en México en el último lugar de sus 30 asociados es hora de reflexionar en la educación no institucional, no estatista.

Nos quejamos de no figurar en la historia, pero cuando alguien narra y critica los movimientos populares al respecto, no celebramos con fuerza suficiente el acontecimiento. Tal ocurre con tres publicaciones recientes: la tesis de doctorado en ciencias sociales del veterano comunista ochentón Mario Rivera Ortiz dedicada al movimiento estudiantil en Guadalajara, las memorias de la Preparatoria Popular organizadas por José Manuel Galván Leguízamo de la segunda generación y la inclusión de dos documentos del Autogobierno de Arquitectura en el libro sobre organizaciones visuales en México en el siglo XX.

La tesis sustentada por el médico neumólogo Mario Rivera en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, se llama “Acontecimientos cardinales en la historia del estudiantado de la Universidad de Guadalajara en el período 1933-1997”. Remonta la historia hasta los veinte cuando la construcción del estado moderno exigió a las comunidades universitarias y a los educadores de estado, organizar la formación del sujeto social de la Revolución Mexicana luego del derrocamiento de la dictadura. El Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO) prueba la efervescencia estudiantil fuera de la capital de México a raíz de los decretos del laicismo y carácter público de la educación por los gobiernos de Manuel M. Dieguez, el veterano dirigente de la huelga de Cananea y luego de José Guadalupe Zuno, fundador de la Universidad de Guadalajara en 1925. Ni ésta ni la Nacional de México son continuidades de las universidades porfiristas como sostienen historiadores conservadores, sino avanzadas intelectuales contra el escolasticismo religioso y por la crítica al positivismo con una reflexión sobre la historia de México en pleno conmoción social y política. Las resonancias de la Asociación de Estudiantes Proletarias y su periódico El tren blindado con Julio Antonio Mella al frente acompañado por distinguidos activistas que más tarde estarían al frente de la campaña presidencial de Vasconcelos, los congresos estudiantiles de 1865 en Lieja y en Bruselas en 1867 y por supuesto las discusiones sobre la autonomía universitaria y la democracia por los universitarios argentinos de Córdova, Buenos Aires, Santa Fe y La Plata donde estuvieron delegados mexicanos, inician la disputa de las universidades y la educación pública toda que no cesa a lo largo de todo el siglo XX y lo que ha seguido a raíz del cambio de centuria con el movimiento estudiantil que frenó el proyecto en marcha de privatización furtiva de las universidades y la educación pública en su conjunto.

Dirigente estudiantil y comunista en los cincuenta, apresado por disolución social en 1952, el doctor Rivera narra con detalle los enfrentamientos entre las bandas cristeras, el PRI y los comunistas jacobinos. En Mi Consultorio, cantina donde los estudiantes procesaban sus furias, se fraguaron programas y manifiestos y también pleitos memorables como el ganado por el fortachón Mario Rivera al noquear con fuerte recto al mentón a su enemigo Agapito. Mario ganó pelea y elección en la Facultad de Medicina. Fue desde entonces un dirigente al fin captado por el Partido Comunista del que dirigió su juventud, mientras en la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) crecían grupos amparados por politiqueros. No es cosa de narrar las situaciones concretas ni de adelantarse en la profundidad política con la que el doctor Rivera explica la historia culminada con atentados, secuestros, asesinatos, bombazos y la FEG transformada en trampolín político hacia diputaciones y cargos oficiales. Sí en cambio, es necesario destacar la sabiduría sociológica que alterna la descripción de situaciones cotidianas con los análisis sociológicos y políticos, gracias a un conocimiento de causa insuficiente sino se concretara con las mejores lecciones aprendidas en una larga militancia, la expulsión del PCM y la publicación de libros de gran calidad literaria y política donde las lecciones de teóricos como Antonio Negri, guían valiosos análisis. La consulta de fuentes ignoradas cuenta, como el uso de la necesaria revista POR ESTO! que dedicó largas entrevistas a dirigentes de la FEG en el momento en el que el Pelacuas y el Scherezada cometían toda suerte de vandalismos y nacía y crecía la famosa Liga 23 de Septiembre con otras organizaciones guerrilleras. Al doctor Rivera le parece que POR ESTO! contribuyó en 1981 a darle a la FEG por vía del grupo Uni-FEG, una imagen de izquierda inmerecida. Pero al calor de lo que llama “retórica nacionalista y socialista”, animadora del Frente Democrático Nacional con Cuauhtémoc Cárdenas al frente, el PS de Heberto Castillo, la candidatura presidencial de Rosario Ibarra de Piedra por el PRT y la formación del PSUM, Carlos Ramírez Ladewig fomentó las relaciones con gobiernos y partidos socialistas europeos, con el Consejo Mundial de la Paz y logró incluir a la FEG como miembro activo de la Unión Internacional de Estudiantes y de la Organización Continental de Estudiantes (OCLAE) en 1987. La frase de POR ESTO! exigió atención entonces a las maniobras de la FEG: Ramírez Ladewig “se convirtió en el virtual vértice de las fuerzas democráticas y de la izquierda jaliciense”. Lo cierto es que la historia pendiente del movimiento estudiantil en México, tiene en la tesis doctoral de Mario Rivera, una importante contribución polémica.

Voces de la Preparatoria popular, editada por Plaza y Valdés y prologada por su primer codirector Jorge Villamil, publica elocuentes fotos lo mismo de reuniones festivas que de represiones y duelos y la formación del grupo Mascarones como documentos necesarios de los testimonios de Esperanza Lilia Aparicio, José Manuel Galván, Ruben Dac y Abraham Manuel Vidales. Las autoridades del posgrado de contabilidad negaron el permiso para presentar el libro en el edificio de la calle de Liverpool 66 que la UNAM cediera en 1968 como resultado de las presiones de familiares y estudiantes rechazados para continuar sus estudios. De todas maneras, se hizo la presentación en la calle. Coordinador de inspección de la dirección de incorporación y revalidación de estudios de la UNAM, Alberto Híjar organizó un grupo de inspectores para vigilar la precaria buena marcha de la Prepa POP donde podían faltar laboratorios y biblioteca, pero sobraba la disposición autogestiva de discutir y participar en los movimientos populares hasta el punto de la inculpación e infiltración policiaca en tiempos en que el Estado reprimía abierta y violentamente a las organizaciones político-militares. El libro cumple con su título y contribuye también a alentar la historia de la educación no oficial con una narración amena y una información precisa.

Frentes, coaliciones y talleres, grupos visuales en México en el siglo XX, editorial Juan Pablos, INBA, es producto del seminario de Alberto Híjar cuando ingresó como investigador al CENIDIAP en 1996. Ese año y el siguiente fueron reunidos manifiestos y documentos variados de organizaciones como los Estridentistas que aborrecían al Estado, las academias y proclamaban en Puebla ¡viva el mole de guajolote!. Cada documento seleccionado para la antología va acompañado por ilustraciones en blanco y negro, de manera tal que resulta un instrumento de análisis histórico distinto a la rutinaria historia como vidas de hombres egregios con sus correspondientes obras maestras que no son otras que las consagradas por las instituciones del Estado. El libro da cuenta de la historia de la disidencia, tan variada que incluye a un No Grupo formado por artistas incapaces de renunciar a su sacrosanta individualidad. Hay también grupos oficialistas, de esos que duran el tiempo que tarda el Estado en satisfacer sus peticiones y hay seguidores de la tradición del Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores que con su periódico El Machete llamó al pueblo de México a liquidar la cursilería burguesa. La educación con signos visuales está en juego para probar su importancia para el analfabetismo dominante. Si lo sabrán las televisoras actuales y sus socios diputados. Atinada resulta la inclusión de documentos del Autogobierno de Arquitectura que luego de resistir más de dos años sin reconocimiento oficial, mantuvo disciplinadas movilizaciones de sus once talleres, uno por uno para no suspender clases, hasta que Rectoría atendió y el Consejo Universitario aprobó el Plan de Estudios de ruptura con los usos aristocráticos de la arquitectura y el urbanismo, con la condición desatendida de que no se dijera Autogobierno sino Talleres de Número mientras lo de Letras seguían con sus rutinas proyectuales de malls y residencias suntuosas. Comentó el compilador con el compañero José Manuel Galván que ha diferencia de la Prepa POP, el autogobierno no tiene publicaciones de su vida cotidiana tan rica en asambleas tormentosas, en autodefensa de espacios y contraataques frente a los porros rectoriles. Pese a todo, están disponibles los documentos publicados de las revistas del Autogobierno reconocido en 1977, en un CD con el sello editorial del posgrado de la ahora Facultad de Arquitectura, gracias al empeño de Víctor Arias, el legendario Arquitecto Araña porque explicaba el diseño a partir de una cita de Marx sobre la araña que no innova ni transforma a diferencia de la humanidad. Pese a la extinción del posgrado del Autogobierno que por dos períodos coordinó Alberto Híjar electo y reelecto por unanimidad de la Asamblea, tanto el CD como los documentos publicados en el libro antológico, significan un pasito para entender que la educación en estado de desastre permanente, tiene en la autogestión un camino que bien merece exploración actualizada.
El Autogobierno probó que esto no riñe con la alta calidad (calidad es respeto al pueblo, decía el Che), al ganar en dos ocasiones el premio estudiantil de la Unión Internacional de Arquitectos, ese que ninguna escuela de las carísimas Universidades privadas ganará nunca.

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