miércoles, 4 de abril de 2007

Programa obrero

El sábado 12 el Frente de Trabajadores de la Energía explicó al Taller de Construcción del Socialismo su propuesta de programa obrero. La presentación electrónica incluyó imágenes, gráficas y cifras, todo lo cual fue repartido en un pequeño disco que recoge el número 77 del periódico Energía con los suplementos de números anteriores donde se ha dado a conocer la propuesta obrera. David Bahena, doctor en física que dirigiera el Sindicato Mexicano de Electricistas, expuso la larga historia del SME desde su fundación en 1914 cuando la toma de Zacatecas significó el triunfo de Villa y Zapata. La huelga de 1916, declarada ilegal y que estuvo a punto de costar la vida de los dirigentes, significó el paso del mutualismo y la liga como organizaciones propias de una industrialización incipiente a un proceso que agrupó en 1925 a 25 secciones de empresas particulares en la Confederación Nacional de Electricistas. La huelga de 1936 resultó definitiva para la organización del Comité Nacional de Defensa Proletaria a la par de la fundación de la CTM con su lema “Por una sociedad sin clases”. Los petroleros, consolidaron el STPRM en 1938 como resultado de la expropiación decretada por Lázaro Cárdenas. En 1952 siguió la FNTICE con 70 sindicatos, a la par del proceso de nacionalización culminante en 1960 y la fundación del STERM con un lema: “un solo sindicato, un solo contrato”. La expulsión de los comunistas de la CTM y el asenso de Fidel Velázquez facilitaron el uso corporativo del movimiento obrero y la corrupción de dirigentes engendradora del charrismo. De aquí la reducción laboral y economicista y la tácita prohibición de las discusiones políticas. Sin embargo por un buen tiempo se mantuvo una asamblea todos los lunes y la Sección 115 del STERM fue la más entusiasta organizadora de lo que culminó como Tendencia Democrática difundida por la revista Solidaridad. El compañero Bahena explicó las elocuentes imágenes de las grandes movilizaciones de los setenta que en 1972 promovían la formación de un solo sindicato nacional de industria.

El 5 de abril de 1975 se dio a conocer la Declaración de Guadalajara por la plena democracia sindical como garantía de la soberanía nacional depositada en el pueblo, según la Constitución de 1917, insuficiente para fundamentar las propuestas de la Revolución Mexicana. SUTERM y SME hicieron del 1º de mayo de 1975 una enorme movilización que al año siguiente planteó una huelga eléctrica nacional. El estado procedió como era de esperarse: toma militar y asenso de Leonardo Rodríguez Alcaine como dirigente traidor de los electricistas con el consiguiente golpe al movimiento obrero. El Frente de Trabajadores de la Energía reivindica en 10 puntos el programa de Guadalajara. Destaca el punto 1 por la solidaridad y contra el corporativismo, como proceso de construcción de un movimiento obrero clasista, evidentemente sin existencia actual.
El punto 2 plantea el sindicalismo de industria con la confluencia de tres generaciones que son la de las manufacturas decimonónicas y de principios de siglo con las pequeñas empresas de aquel entonces. Una segunda generación es la de la gran industria con dimensión federal y nacional y una tercera tiene que ver con la globalización tecnológica, toyotización según Negri y Hardt. Formas nuevas exigen estas construcciones complejas del movimiento obrero destruido por lo que llama el FTE privatización furtiva.

El punto 3 advierte la existencia de 12 mil sindicatos con 120 mil contratos de trabajo como apariencia de fuerza política y económica. Pero de cada 100 sindicatos, 93 son de los llamados de protección, es decir, los característicos de la CTM para subordinar a los trabajadores al acuerdo entre los charros, las empresas y los consorcios. El compañero Bahena advierte cómo esta reducción del sindicalismo forma parte de la estrategia imperialista bajo control de la CIA que cuenta con una oficina de asuntos sindicales en América. De aquí la importancia de la Federación Sindical Mundial fundada en 1945 para oponerse a la llamada Internacional Amarilla de Amsterdam que agrupa al charrismo trasnacional.
El punto 4 plantea la necesidad de una Central Unica de Trabajadores de México con 20 sindicatos por rama industrial.

La discusión tuvo que considerar el asenso de la llamada economía informal con trabajadores carentes de derechos laborales y con mínima posibilidad de insertarse en los planes de estado para privatizar los servicios públicos. Ser asalariado es ahora un privilegio. Cuentan en esta perspectiva de los no sindicalizados, el crecimiento de los trabajadores migrantes y su situación de hecho que trata de ser legalizada por el estado, a pesar de que los gobiernos recientes no han logrado la transformación radical del Artículo 123. El Plan Abascal, de cuando este militante de ultraderecha ocupó la Secretaría del Trabajo, está en pie y será instrumentado especialmente en la Cámara de Diputados por las bancadas del PRI y del PAN que ya probaron su coordinación con la Ley Televisa que le pasó de noche al PRD, las leyes de protección de los consorcios de la alimentación y las graves modificaciones del Artículo 27 que anulan las soberanía nacional.
En atención a los cuadernos del TACOSO, se incorporaron a la discusión los problemas de la soberanía nacional. De la territorialización y del concepto de pueblo y clase obrera casi desaparecidos en las movilizaciones multitudinarias interesadas exclusivamente en la coyuntura electoral que por sí misma, significa la fetichización del estado y el consiguiente impedimento para la construcción del poder popular.

Hacer del título de la revista de la Tendencia Democrática una bandera, a estas alturas todavía tiene que enfrentar al nombre Solidaridad utilizado por el gobierno de Carlos Salinas para su proyecto demagógico estratégico. Solidaridad contra competitividad individualista es punto uno del orden del día. Hay sin duda, un instinto despertado ante las privatizaciones furtivas de la educación, la salud, la energía y el agua, que exigen la construcción de formas nuevas dentro y fuera del sindicalismo para dar lugar a un movimiento obrero-popular al que habría que encaminar los movimientos postelectorales. Todo va destruyendo al estado fetiche, pero aún falta la certeza de que la soberanía ya no podrá jamás ser ejercida por un estado contra la nación y por la trasnacionalización, es decir, por el Imperio que ha reducido los estados globalizadores a gerencias administrativas de sus planes y programas. La soberanía depositada en el pueblo exige la construcción de éste por encima de las luchas partidarias sin más programa de largo plazo que el de la globalización por las buenas o por las malas. Experiencias como la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca despiertan ya la atención de quienes alientan formas organizativas nacidas y crecidas de la izquierda y desde abajo. La historia de todo esto, desparramada en revistas, folletos y algunos libros, tiene que ser circulada para su valoración, según insistió una compañera del TACOSO. Lo importante es que los pequeños grupos involucrados en esta transformación histórica, trabajan con constancia.

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