miércoles, 4 de abril de 2007

Días de muertos

En su célebre libro Los condenados de la tierra, Frantz Fannon describe la renovación de las artesanías otrora redundantes y anquilosadas, cuando se ven influidas por los movimientos populares. Tal ocurre desde 1994 con las muñecas de trapo y otros objetos en Chiapas y ahora, con las celebraciones de los días de muertos. A las figuras del Che, Zapata, Villa, Flores Magón, se suman los retratos de los caídos en las luchas actuales: los de Acteal y El Bosque, El Charco, Atenco, Pasta de Conchos, Lázaro Cárdenas, Oaxaca. Una cultura de la resistencia y la solidaridad popular, crece por todo el país.

Hay un encuentro, aún superficial y ocasional, entre la ciudad y el campo. Por ejemplo, en una Casa de la Cultura de Coyoacán, poco a poco activada por grupos de jóvenes universitarios, uno de ellos invitó a su pueblo de origen en Tlaxcala que se animó a venir con dos guajolotes, mole, plantas de maíz, muchas flores, sahumerios, tamales de haba, pulque curado de guayaba, frutas, dulce de calabaza y todo lo necesario para la ofrenda a los muertos. En la iglesia principal de Coyoacán dedicada a San Juan, fueron bendecidas las cosas y los participantes y desde ahí, marchamos en procesión señalando el camino con pétalos de cempoalzuchitl, para orientar a los muertos y a quienes en su representación, se sumaron a la ofrenda.
Con las veladoras encendidas en el jardín donde fue la celebración y en los interiores donde se prolongó, el ritual fue iniciado por la mujer más sabia y vieja con la dedicatoria en ñahñú, otomí como dicen los funcionarios, a los queridos muertos de San Juan Ixtenco, para luego dar la palabra a los anfitriones defeños urgidos de nombrar a muertos emblemáticos: Javier Cortés, el niño de 14 años asesinado por un disparo policíaco en Atenco el 4 de mayo, Alexis Benhumea, el universitario descerebrado en el mismo lugar y por los mismos criminales uniformados, Fidencio Hernández, uno de los catorce balaceados muertos por paramilitares en Oaxaca, Bradley Roland Will, el periodista gringo ultimado de dos balazos ahí mismo, todos por la misma Caravana de la Muerte en estos momentos dirigida por Medina Mora quien califica de incidentes menores a lo que está ocurriendo en la ocupación militar de Oaxaca.

Una modesta y significativa ofrenda a Atenco presidida por un machete, recordó a los caídos pero también a los presos en cárceles exterminadoras, en especial, a Nacho del Valle, Felipe Alvarez y Héctor Galindo, incomunicados en Almoloya. Un periódico mural construido con cabezas de las noticias sobre la APPO, marcó la ofrenda sobre Oaxaca y en una terraza, una gran capucha construida con flores y con dos veladoras como ojos llameantes, hizo presentes a los zapatistas.
En la sala principal, cuatro fotógrafos del taller instalado en el Auditorio Che Guevara de Ciudad Universitaria ocupado por sobrevivientes del Movimiento Estudiantil, expuso 20 de sus obras que remiten a creencias prehispánicas y a fantasías significadas con un excelente trabajo de negativos y papeles de impresión a color y blanco y negro. Susana Elía y Luis Morales que firma Ananda Poschtle, apellido adoptado que quiere decir zurdo o sea de izquierda, atendieron a quienes requirieron explicaciones de las fotografías alternadas con capuchas de estambre negro colgadas del techo, como referencia al EZLN.
De esta manera, una tradición de resistencia cultural valida del cristianismo para instrumentarlo en beneficio del México profundo, ha sido actualizada en el encuentro entre los ñahñús de San Juan Ixtenco y los vecinos urbanos de Coyoacán, ahí donde trabaja la más activa organización defeña de adherentes civiles a la Otra Campaña. Por mi parte, al acentuar el sentido dadivoso del acto tan alejado de la compraventa y la competencia mercantil, hice mención a la gran casa donde habitó la Malinche, muy cerca del lugar de la ofrenda. Ni ella ni Cortés, ni sus herederos sátrapas, han conseguido borrar la resistencia cultural que a lo largo de estos años infames de miserias neoliberales, mantienen en alto la esperanza popular.

La presencia cristiana contribuye a la resistencia cuando asume la verdad del mandamiento fundamental que suele ser esgrimido por Mario Renato Menéndez como prueba de humanismo: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Los clérigos de la iglesia de Saint James de Vancouver, Canadá, por donde pasaron la dirigente mixteca Refugio Gregorio Bautista con cuatro dirigentes de la APPO, participantes en el Foro Mundial Urbano y el Foro Mundial de la Paz, patrocinados por la ONU recuerdan las palabras del obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, poco antes de su asesinato: os suplico, os ruego, os ordeno, alto a las masacres populares. Los cuatro curas canadienses y madre Emily Smith, piden a las fuerzas paramilitares de Oaxaca que “se resistan a participar en actos de violencia en contra de civiles, quienes para su defensa cuentan únicamente con flores, amor y un deseo de vivir en paz y con justicia”. No es esta la única demanda de repudio al accionar de los gobiernos federal y local en Oaxaca, sino que en otros lugares de Europa, Estados Unidos y América, las manifestaciones frente a las embajadas y consulados del gobierno de México, repudian la violencia desatada contra la APPO y la Sección 22 de la CNTE.
De otro modo, el primer concierto de Joaquín Sabina en el atestado Auditorio Nacional en la misma noche del sábado 28 de octubre en que se instaló la ofrenda de Coyoacán, resultó un gran acto poético popular, desde la presentación de los ilustres invitados Juan Gelman, el poeta argentino contra las dictaduras y Gabriel García Marques, el querido premio Nobel fundador de Macondo. Un público extrañamente unificado por la poesía cantada por excelentes músicos Sabina y la Orquesta del Titanic, que sigue tocando mientras el se hunde, según explicó, celebró las menciones a Oaxaca y a Chiapas y la canción con letra del Subcomandante Marcos, hasta obligar a cinco canciones fuera del programa. La sorpresa final es elocuente: unos jóvenes desplegaron sendas mantas desde el mezanine del Auditorio. El público que buscaba las salidas, se detuvo y aquello se transformó en una gran manifestación de media hora en apoyo a la APPO, a la Sección 22 y de repudio al gobierno federal y al criminal Ulises Ruiz Ortiz. Como en otras manifestaciones, las de los universitarios que han cerrado escuelas y avenidas en especial, el repudio se amplió al impostor Felipe Calderón. Los guardianes del orden privado no se atrevieron a tocar a los jóvenes y entre ovaciones, llantos y abrazos, por un momento nocturno, el Auditorio mereció el apellido de Nacional. Una nación como la de los ñahñús desparramados sin importarles las fronteras de Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y hasta las Californias y el D.F. donde se mantienen organizados, crece como proclama contra los crímenes neoliberales.
En los ánimos queda una cierta fatiga con sabor solidario, convencido de que somos millones por todas partes donde dejamos la indiferencia civil al descubrir el poder de significar al pueblo en lucha como necesidad actual, la más presente y resistente a la maldad. La lucha sigue.

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