lunes, 8 de enero de 2007

VICEPRESIDENTE INCOMODO.


La relación entre Evo Morales y el vicepresidente Alvaro García Liniera, significa una relación prevista como conflicto por los sesudos periodistas que desde el aula y el cubículo, sienten su misión en la vida como profetas de la catástrofe. No es que uno quiera reducir la crítica al ocultamiento de problemas, sino que sería mejor ofrecer el remedio y el trapito como dicen los simples.

Todo surge por el contraste entre Evo que prefiere ser llamado así y no señor presidente, ataviado con ropa de faena y acompañado por cholitas y trabajadores semejantes a él y a veces, por el vicepresidente con traje y corbata como apariencia de una formación universitaria no obstaculizadora de la organización Tupak Katari y su represión que lo mantuvo encarcelado largos años. El matemático egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM, produjo en prisión un texto reflexivo sobre la supervivencia del ayllu andino. Pocos textos hay donde se intente la crítica de la economía política para ubicar dentro del sistema tributario característico de la acumulación capitalista, a las formaciones mayoritariamente indígenas y proponer de qué manera el desarrollo que nunca se dio ni se dará, pueda dar lugar a una alternativa anticapitalista. Plantearse esto como construcción histórica es estratégico para superar el desastre social que ha significado a un país rico en gas, agua, metales y biodiversidad. García Liniera no es cualquier universitario tiralíneas sin más práctica que el oportunismo del año, sino es un teórico con militancia revolucionaria y presión vivida en carne propia, de todo lo cual resulta una autoridad moral muy valiosa. O qué, ¿nos instalamos en la autocomplacencia de la miseria para insistir en que el pueblo es pequeño, atrasado y sin teoría como mejor identidad que hay que preservar?.

Basta con recordar a René Zavaleta como ministro del gobierno democrático popular de Juan José Torres en los sesenta, para tener un punto de comparación en los planteamientos y la práctica de quien puso toda su capacidad de científico social, al servicio del proyecto nacionalista revolucionario. Aún hoy, para teóricos como Mario Rivera Guzmán, resultan fundamentales sus tesis sobre el poder dual, esa peligrosa utopía de desentenderse del estado y los partidos burgueses para construir autonomías imposibles. René Zavaleta emigró a México para formar parte de la legión de sudamericanos que contribuyeron al lustre de las ciencias sociales no sólo en la UNAM. El año pasado, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), recordó todo esto para luego olvidarlo. Con lo que pasa en Bolivia, la aportación de René Zavaleta vive para los revolucionarios preocupados por el largo plazo.

O sea que la relación Evo-García Liniera exige recordar a Marx y Engels preocupados por el “comunismo tosco”, ese repudio instintivo a toda forma de propiedad para hacer del comunitarismo, la fraternidad y la generosidad, los fundamentos de la justicia social. Engels dedicó al problema, aclaraciones en dos prólogos del Manifiesto Comunista para llamar la atención a la necesidad de encuentro dialéctico de la teoría y la práctica. Marx combatió a los socialistas utópicos que arrastraban tras de sí a masas de comunistas toscos empeñados en la acción directa sin más recursos que unas cuantas armas, piedras y palos y sin la menor idea de qué hacer por un poder popular realmente anticapitalista. Pero Marx y Engels manifestaron siempre su respeto y consideración por quienes proponen desde y en la práctica insurreccional y revolucionaria, las grandes líneas del poder proletario para concretarlo en estructuras y superestructuras sin concesiones al dominio burgués.

Hay que estar alertas al gobierno de Evo. Lo mismo para comentar las equivocaciones tácticas que los aciertos, ahora y por ejemplo, el de la gira previa a la toma de protesta con todos sus protocolos que ya se rompen por los atuendos campesinos y obreros de los nuevos gobernantes salvo García Liniera. José Steinslegger, habitante de Bolivia largos años, por ejemplo, comentó una afirmación excesiva del vicepresidente electo sobre la formación de un capitalismo renovador en el Cono Sur con proyectos como Merco-Sur y el respeto a los consorcios trasnacionales como condición de existencia.

Algunos consideramos traje de trabajo el del dirigente de Tupak Katari, semejante al del minero con casco aparentemente innecesario pero identitario. Nada de esto tiene que ver con la ropa informal que supone formal la etiqueta característica de las cortes monárquicas y sus secuelas burguesas. Esa formalidad no la queremos: nada hay más grotesco que el ceremonial yanqui con tuxedos y strapless largos como si esos uniformes carísimos significaran la elegancia y la solemnidad.

Las apariencias no engañan y los proyectos de poder popular exigen rituales y usos del cuerpo distintos a los burgueses. Evo y sus compañeros y compañeras representan a una formación social que no tiene por qué ocultar sus modos de vida y que nada tiene que ver con la marcialidad militar ni con la imitación de la burguesía. Parte fundamental de las nuevas apariencias es la consolidación de un fundamento teórico-práctico orientador de la ideología en imágenes y para el biopoder nuevo. Esto cuenta con Alvaro García Liniera que hasta ahora aparece poco en público pero que habrá de cumplir con la reivindicación intelectual que muchos esperamos de él. Lo estamos observando.

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